sábado, 25 de octubre de 2008

La vida es una sucesión de situaciones (planos). Esas situaciones y su contenido no tienen sentido per se, sólo lo tienen en relación con otros elementos / situaciones (sintagma). La vida se presenta como una continuidad de acciones; existe entonces un efecto de progresión, temporalidad. Vivimos la vida narrativamente, pero nuestra existencia sólo es tal en presente (imagen).

Un gran montaje íntegramente constituido por imágenes subjetivas… al estilo La dama del lago.

martes, 21 de octubre de 2008

ES ELLA


Decir Cumbio es mucho más que decir la estupidez de la postmodernidad. Decir Cumbio es más que hablar de las causas perdidas de la adolescencia. Decir Cumbio es más que invocar a la diosa de los floggers y que hablar de un nuevo modo de comunicarse. Cuando hablamos del fenómeno Cumbio no podemos circunscribirlo a conductas inherentes a una edad determinada o a ámbitos tan cercados como el del origen y consolidación de una nueva tribu urbana. Cumbio es eso, un fenómeno, y conlleva demasiadas aristas. Pasar por alto alguna de ellas es caer en la crítica apocalíptica infundada.

Es preciso reconocer que existe un fenómeno y que, como tal, conlleva una serie de causas y de consecuencias. Lejos estamos de conocerlas, pero al menos reconozcamos la mera existencia de este fenómeno, desmenucémoslo, y sólo así elevaremos nuestra crítica apocalíptica a un estado de validez, aún permaneciendo en el ámbito de la doxa.

En principio, decir Cumbio es advertir una nueva forma de fama, como mecanismo paradójico porque Cumbio se hizo famosa por el sólo hecho de que otros fervientes amantes de fotolog querían fama. Y es también exponencial, porque, mientras más adolescentes se motivaban por esta búsqueda encarnizada de fama, la fama de Cumbio se acrecentaba. ¿Un nuevo rasgo del capital social, en el sentido de Bordieu?

Se trata de un tipo de reconocimiento similar al que adquieren las criaturas salidas de los realities: en cuanto a sus orígenes, no advierte ningún mérito, obedece a necesidades de voyeurismo y de exhibicionismo y se materializa en el adueñamiento de la psiquis de los participantes al mejor estilo 1984. En sus ulteriores consecuencias, no puede más que ser efímero e inmiscuirse en el banal show business.

Desde la lógica comercial, Cumbio es la Tinelli del mundo fotolog. No por nada está próxima a ser la cara de una marca como Nike, dirigida al público joven de más altos recursos. No por nada esta nueva figura popular se presenta en algún evento de la noche y cobra por eso quinientos pesos. No por nada protagonizará una obra de teatro. No por nada. Cumbio entendió el negocio.

Aberrante, grito desesperanzado de una realidad que está pariendo algo que no quiere parir. También podremos gozar del revoloteo de la pluma de Cumbio. Que prácticamente todo lo que nos rodea es negocio no es novedad, pero el fenómeno flogger abre un nuevo capítulo, porque Cumbio salió despedida del mundo cibernético al de los negocios, en un santiamén, por el solo hecho de que su fotolog recibió tres millones de visitas en un año.

El peligro de banalizar la cuestión se incrementa aún más si la abordamos desde una perspectiva ideológica. Porque lo ideológico no necesariamente es sinónimo de revolucionario. Y no necesariamente está permeado de contenido político. Ideológico es, según el semiólogo Eliseo Verón, la relación que existe entre un determinado tipo de discurso y sus condiciones de producción. En tal sentido, todo lo que nos atraviesa como sociedad es ideológico, porque todo discurso es ideológico.

Podrían desilusionarse los teóricos que advertían el fin de las ideologías, porque estamos en presencia de una ideología no ideológica –en su sentido más revolucionario y político. Hay un riesgo: a veces, lo que menos ideológico parece, más lo es. Sin ir más lejos, así es el cine hollywoodense que consumimos, con desatención e inocentemente.

Son demasiadas cosas las que están pasando. Sólo que antes había que buscarlas afuera. Hoy la mayoría de los cambios estallan en otros lados. Es necesario meternos adentro para comprender su lógica. O podemos darnos una vuelta por el Abasto.

jueves, 2 de octubre de 2008

Grises

¿Cuántas de esas nubes grises hay? Están en todos lados. Son los mediocres, los imbéciles, los necios, los groseros, los carentes de imaginación.
Parecen no dirigirse a ningún lado, son tarareos de una canción repetida y fastidiada. Son profundamente grises. Y lo son con presura.
Se estrellan con atolondradamente y sin atrasos contra lo que no eligen. Burlándose de los débiles, juzgando a los fuertes y pavoneándose de no ser excesivos.

“Ni muy muy, ni tan tan ¿Viste?”

Son nubarrones que, lejos de estar cargados de una tempestuosa y frenética tormenta, apenas se insinúan con algunas tibias gotas de desasosiego. Atiborrados exclusivamente de sentido común. Son la media, el promedio, aborrecen la excepción.

¿Yo? Prefiero ser un sufrido, un genio, un artista, un drogadicto, un tocado, un inadaptado, un Nobel, un sibarita o un marginal, un agradecido de la vida o un suicida.
Cualquier cosa. Blanco, negro, multicolor. Pero me rehúso a ser un gris.

Mariano Crimi