Decir Cumbio es mucho más que decir la estupidez de la postmodernidad. Decir Cumbio es más que hablar de las causas perdidas de la adolescencia. Decir Cumbio es más que invocar a la diosa de los floggers y que hablar de un nuevo modo de comunicarse. Cuando hablamos del fenómeno Cumbio no podemos circunscribirlo a conductas inherentes a una edad determinada o a ámbitos tan cercados como el del origen y consolidación de una nueva tribu urbana. Cumbio es eso, un fenómeno, y conlleva demasiadas aristas. Pasar por alto alguna de ellas es caer en la crítica apocalíptica infundada.
Es preciso reconocer que existe un fenómeno y que, como tal, conlleva una serie de causas y de consecuencias. Lejos estamos de conocerlas, pero al menos reconozcamos la mera existencia de este fenómeno, desmenucémoslo, y sólo así elevaremos nuestra crítica apocalíptica a un estado de validez, aún permaneciendo en el ámbito de la doxa.
En principio, decir Cumbio es advertir una nueva forma de fama, como mecanismo paradójico porque Cumbio se hizo famosa por el sólo hecho de que otros fervientes amantes de fotolog querían fama. Y es también exponencial, porque, mientras más adolescentes se motivaban por esta búsqueda encarnizada de fama, la fama de Cumbio se acrecentaba. ¿Un nuevo rasgo del capital social, en el sentido de Bordieu?
Se trata de un tipo de reconocimiento similar al que adquieren las criaturas salidas de los realities: en cuanto a sus orígenes, no advierte ningún mérito, obedece a necesidades de voyeurismo y de exhibicionismo y se materializa en el adueñamiento de la psiquis de los participantes al mejor estilo 1984. En sus ulteriores consecuencias, no puede más que ser efímero e inmiscuirse en el banal show business.
Desde la lógica comercial, Cumbio es la Tinelli del mundo fotolog. No por nada está próxima a ser la cara de una marca como Nike, dirigida al público joven de más altos recursos. No por nada esta nueva figura popular se presenta en algún evento de la noche y cobra por eso quinientos pesos. No por nada protagonizará una obra de teatro. No por nada. Cumbio entendió el negocio.
Aberrante, grito desesperanzado de una realidad que está pariendo algo que no quiere parir. También podremos gozar del revoloteo de la pluma de Cumbio. Que prácticamente todo lo que nos rodea es negocio no es novedad, pero el fenómeno flogger abre un nuevo capítulo, porque Cumbio salió despedida del mundo cibernético al de los negocios, en un santiamén, por el solo hecho de que su fotolog recibió tres millones de visitas en un año.
El peligro de banalizar la cuestión se incrementa aún más si la abordamos desde una perspectiva ideológica. Porque lo ideológico no necesariamente es sinónimo de revolucionario. Y no necesariamente está permeado de contenido político. Ideológico es, según el semiólogo Eliseo Verón, la relación que existe entre un determinado tipo de discurso y sus condiciones de producción. En tal sentido, todo lo que nos atraviesa como sociedad es ideológico, porque todo discurso es ideológico.
Son demasiadas cosas las que están pasando. Sólo que antes había que buscarlas afuera. Hoy la mayoría de los cambios estallan en otros lados. Es necesario meternos adentro para comprender su lógica. O podemos darnos una vuelta por el Abasto.
10 comentarios:
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Como ya dije alguna vez...habría que permitir por ley que se pueda golpear a los floggers, a todo aquel boludo que tiene un fotolog, a los emo´s y a los pajeros sin sentido que dicen "arre". Ese día yo seré la persona más feliz del universo....
dejeen de bardearmee y comprensee una vida. gracias a toda la gente que me apoya y me quiere llegue a ser lo que soy, a eellos les digo mil gracias.
http://www.CUMBIO1.blogspot.com
yo te banco. Obvio que a la del blog. A cumbio no! En el mundo de hoy cualquier estúpid@ y vací@ de mente se hace famos@.
Denle un libro a esta gente.
como dijo Karina: "no soy de la generación que lee libros"
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